En un mundo donde las estadísticas sobre pobreza y exclusión social suelen ser una cifra más, el informe liderado por Iria Noa de la Fuente Roldán y Esteban Sánchez Moreno para Futuro&Co trasciende los números. Es un análisis que desmenuza la realidad de la juventud en situación de sinhogarismo y la convierte en una lección para el futuro. Presentado en septiembre de 2024, este estudio no sólo revela las transformaciones vividas por estos jóvenes seis meses después de participar en el programa, sino que desmonta prejuicios profundamente arraigados sobre ellos: que están condenados al fracaso, que carecen de herramientas o que no tienen interés en cambiar su situación.
El informe que desmonta los prejuicios sobre el sinhogarismo juvenil
El estudio, titulado «Análisis de evidencias para el escalado del proyecto Futuro&Co», es mucho más que una evaluación de seguimiento. Es la culminación de un análisis longitudinal iniciado en etapas anteriores, donde se combinaron metodologías cuantitativas y cualitativas para medir el impacto del programa en dimensiones clave como la vivienda, la salud, las relaciones sociales y la autonomía personal.
El informe se presenta con rigor técnico y enfoque interseccional, dejando claro un mensaje fundamental: el sinhogarismo juvenil no es solo una cuestión de falta de techo. Es una crisis de derechos humanos, de exclusión sistémica y de oportunidades perdidas que afectan el futuro de toda una generación.
El sinhogarismo juvenil, en cifras y rostros
El informe arroja datos que invitan a la reflexión. Más del 84% de los jóvenes participantes en el programa eran de origen extranjero, una cifra que expone la doble vulnerabilidad que enfrentan: la de la exclusión social y la de su situación administrativa. Mientras que el 42.4% logró regularizar su estatus migratorio, un 7.6% seguía en situación irregular. Este último dato es especialmente alarmante: refleja un sistema que no solo deja fuera a los más vulnerables, sino que también perpetúa su exclusión al obstaculizar su integración legal y social.
Estos jóvenes, en su mayoría procedentes del norte de África (55.1%) y África subsahariana (25.6%), habían vivido una realidad marcada por la precariedad extrema. Para muchos, la vida sin hogar no significa únicamente dormir en la calle, sino habitar en un estado constante de incertidumbre: en albergues, pisos temporales o casas prestadas. La inestabilidad emocional y la ausencia de oportunidades laborales son parte de su cotidianidad, un recordatorio constante de las barreras que enfrentan.
Un techo como punto de partida, no como final
Una de las conclusiones más contundentes del informe es el impacto del programa en la estabilidad habitacional de los jóvenes. Seis meses después de salir de Futuro&Co, el 92.4% de los participantes contaban con una vivienda estable. De ellos, el 64% residía en pisos proporcionados por entidades sociales, mientras que un 22.8% había logrado financiar un piso compartido con recursos propios.
“La vivienda es el principio, pero no el fin. Es la base desde la que construimos vidas independientes”, señala el informe. Y no podría ser más cierto. Aunque el 75.3% de los jóvenes no pagan alquiler actualmente, muchos están en proceso de asumir estos costos, lo que evidencia una transición hacia la autosuficiencia económica.
El informe detalla también cómo estos jóvenes accedieron a su alojamiento: en el 65.2% de los casos fue gracias a las conexiones facilitadas por Futuro&Co, mientras que el 19.6% lo logró por iniciativa propia. Este dato es revelador: el programa no solo proporciona un techo, sino que empodera a sus participantes para tomar el control de su vida.
La salud: un cambio tangible y urgente
La salud, tanto física como mental, es una de las dimensiones más transformadas por el programa. Al inicio, solo el 35.8% de los jóvenes afirmaba no tener problemas de salud. Seis meses después, esta cifra ascendió al 72.8%.
En términos de salud mental, los datos son aún más reveladores. Según la escala GHQ-12, los posibles casos de mala salud mental cayeron del 53.2% al 21.7%. Además, el 43.5% de los participantes percibieron que su salud había mejorado desde su salida del programa, lo que subraya el papel central de Futuro&Co en su recuperación emocional y psicológica.
Pero no todo es perfecto. El informe señala que, aunque el acceso a terapia ha sido clave, un 9.1% de los jóvenes que no reciben atención psicológica afirmaron necesitarla. Este dato evidencia una necesidad urgente de ampliar los recursos en salud mental para una población que carga con traumas profundos y crónicos.
Construir comunidad: el antídoto contra la soledad
El sinhogarismo no es solo una cuestión de pobreza material; es también una forma de pobreza relacional. Las redes de apoyo suelen romperse cuando los jóvenes caen en el sinhogarismo, dejando un vacío que Futuro&Co se ha esforzado por llenar.
El informe detalla cómo el programa ha logrado reconstruir estas conexiones. El 46.7% de los participantes afirmó tener amistades a las que acudir en caso de necesidad, frente a cifras mucho más bajas al inicio del programa. Según la escala OSSS-3, el porcentaje de jóvenes con bajo apoyo social se redujo del 48.8% al 26.4%, mientras que aquellos con altos niveles de apoyo aumentaron al 21.7%.
“La soledad se combate con vínculos, no con asistencia puntual”, destaca el informe. Además, se documenta un aumento en la participación de los jóvenes en sistemas comunitarios como asociaciones vecinales, redes religiosas y ONGs. Este avance no solo refleja integración, sino que también fortalece su sentido de pertenencia y su capacidad para enfrentar desafíos futuros.
Del apoyo al protagonismo: la autonomía como meta
El objetivo final de Futuro&Co no es sólo garantizar la supervivencia de los jóvenes, sino empoderarlos para que sean protagonistas de su propio destino. El informe muestra avances significativos en esta dirección, aunque también identifica barreras estructurales que persisten.
El 47.8% de los participantes declaró estar trabajando activamente para encontrar empleo, mientras que el 25% ya cuenta con ingresos regulares. Sin embargo, el informe advierte que la precariedad laboral sigue siendo un obstáculo crítico, especialmente para los jóvenes de origen extranjero, quienes enfrentan tasas más altas de exclusión en el mercado laboral.
Otro punto destacado es la mejora en las competencias digitales. Casi todos los participantes tienen acceso a internet, y un porcentaje significativo se siente capacitado para realizar trámites en línea. Este avance, aunque menos visible, es crucial en un mundo donde la digitalización es clave para acceder a servicios básicos y oportunidades laborales.
El impacto: una lección para las políticas públicas
Futuro&Co no es solo un programa social; es un modelo de intervención que debería inspirar políticas públicas a mayor escala. El informe T4 demuestra que el sinhogarismo juvenil no es una condena perpetua. Los logros alcanzados son prueba de que, con un enfoque integral, es posible transformar vidas y romper ciclos de exclusión.
Sin embargo, el informe también lanza una advertencia: la sostenibilidad de estos avances depende de la continuidad del apoyo institucional y comunitario. “La autonomía no se construye en seis meses, pero sí se puede sembrar en ese tiempo”, concluyen los autores.
Un informe que obliga a actuar
El informe «Análisis de evidencias para el escalado del proyecto Futuro&Co» no es solo un balance de un programa exitoso; es un llamado a la acción. En un país donde el sinhogarismo juvenil sigue siendo un problema invisible para muchos, este documento es una hoja de ruta hacia soluciones reales y sostenibles.
Detrás de cada cifra, hay historias de jóvenes que han recuperado no solo un hogar, sino también la esperanza y la capacidad de soñar con un futuro diferente. Para los jóvenes que participaron en el programa, Futuro&Co no fue solo un refugio, sino un trampolín. Para el resto de la sociedad, es una invitación a replantearnos cómo enfrentamos la exclusión. Como demuestra este informe, cada joven que escapa del sinhogarismo no solo gana una oportunidad para su vida: también nos da una lección sobre quiénes somos como sociedad y quiénes podemos ser.
Y ahora que sabemos que es posible, la pregunta es: ¿a qué estamos esperando?